domingo, 17 de julio de 2016

El regreso de Ulises a Ítaca (última parte)

Ulises y Penélope conversan y ésta, sin saber la verdadera identidad del hombre, le cuenta que lleva tres años intentando deshacerse de sus pretendientes con mil excusas. Entonces el forastero le asegura que él ha luchado con Ulises en Troya. La mujer al escucharlo, no puede evitar echarse a llorar y Ulises contiene su emoción a duras penas.


Encuentro de Ulises y Penelope en Ítaca
Encuentro de Ulises y Penelope en Ítaca

Euriclea, la antigua nodriza de Ulises, entra en la habitación. El hombre intenta esconder su rostro disimuladamente, pero la mujer reconoce de inmediato una cicatriz de su pierna y de la impresión estrella contra el suelo la vasija con agua que lleva en las manos. Afortunadamente, Penélope ha salido de la habitación y Ulises puede convencer a Euriclea para que no revele su identidad.

La prueba del matrimonio


Penélope comunica a todos sus pretendientes que para elegir a su futuro marido va a someterles a una prueba, que consiste en disparar una flecha, con el arco de Ulises, que debe atravesar doce anillos. Uno a uno prueban la hazaña, pero todos fracasan. Entonces Ulises, todavía de incógnito, pide permiso para intentarlo. Todos se ríen con descaro, pero por supuesto lo consigue a la primera. A continuación el héroe les cuenta quien es en realidad y castiga a todo aquel que no le ha sido leal en sus años de ausencia.


Ulises ha regresado


La nodriza va en busca de Penélope para comunicarle por fin que Ulises está de vuelta, pero la mujer, recelosa, no puede creer que el indigente con el que ha estado hablando sea en realidad su marido. Cuando están frente a frente, Penélope le mira incrédula y guarda silencio. El hombre le dice que entiende que no le crea, pero que por favor, necesita descansar y que le proporcione una habitación para ello. La mujer ordena a los sirvientes que dispongan la cama que el mismo Ulises había construido, moviéndola a otro aposento. El héroe entonces, conocedor de la realidad, le asegura que ese lecho es imposible cambiarlo de lugar, ya que está construido del tronco de un olivo vivo que solo ellos dos conocen. Inmediatamente Penélope comprende que en verdad ese hombre es su marido y ambos se funden en un abrazo. Por fin, Ulises había regresado a Ítaca.


Beatriz Moragues - Derechos Reservados


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